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Honey Compact

Proyecto: Honey Compact

Ubicación: Catrico, IX Región de la Araucanía, Chile

Año: 2021

Cliente: Proyecto académico – Máster en Diseño de Interiores Estratégico, IED Madrid

Tipología: Microhotel experiencial

Superficie intervenida: 

Estado del encargo: Propuesta conceptual y de diseño estratégico

Diseño y desarrollo del proyecto: Carolina Opazo, Diseñadora de arquitectura interior, especializada en interiorismo estratégico y gestión cultural.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Encargo

En el contexto de la pandemia por COVID-19, el proyecto responde a la necesidad de diseñar un nuevo modelo de alojamiento vacacional que conjugue seguridad sanitaria, contacto con la naturaleza y una experiencia sensorial única. El encargo planteaba crear un microhotel de máximo 8-10 plazas que ofreciera una propuesta innovadora, ecológica y con un enfoque experiencial de alto valor añadido

Image by Z

Concepto

Honey Compact es una propuesta arquitectónica que toma como punto de partida la eficiencia formal, estructural y simbólica del panal. Inspirado en la lógica constructiva de las abejas, el proyecto explora la capacidad del diseño para generar experiencias habitables que vinculen al ser humano con los ciclos naturales desde una perspectiva contemporánea.

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Ubicado en la zona de Catrico, Región de La Araucanía (Chile), el microhotel se emplaza en un terreno que, durante la pandemia, fue transformado en un apiario artesanal. Este contexto real y productivo —donde las colmenas conviven con especies de plantas aromáticas diseñadas para favorecer la biodiversidad— se convierte en el marco activo del proyecto, no como fondo escenográfico, sino como ecosistema funcional y pedagógico.

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Desde un enfoque geométrico, el diseño parte del hexágono como unidad estructural y espacial. Este elemento no solo optimiza recursos materiales y superficie construida, sino que introduce un lenguaje arquitectónico que permite la agrupación modular en torno a un eje común: un invernadero vertical abierto a la polinización natural, visible desde cada uno de los espacios habitables.

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El resultado es un sistema de ocupación mínima, integrado al paisaje y con una fuerte dimensión experiencial. La arquitectura no se impone, sino que se entreteje con el entorno, proponiendo un habitar que promueve la contemplación, el aprendizaje ecológico y el recogimiento.

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Honey Compact plantea una reflexión crítica sobre los modos de habitar post-pandémicos, apostando por una hospitalidad de escala reducida, alto impacto sensorial y profunda conexión con los sistemas vivos. En este proyecto, la arquitectura se entiende no como objeto, sino como mediadora entre el cuerpo, el territorio y el tiempo.

Desarrollo proyecto

Honey Compact se desarrolla como una microarquitectura destinada a alojar a dos personas en un entorno natural activo, proponiendo una experiencia de inmersión ecológica, íntima y sensorial. El proyecto parte de una geometría generadora clara: el hexágono, forma arquetípica del panal, símbolo de eficiencia estructural, orden natural y colectividad.

El corazón del conjunto es una unidad central de planta hexagonal, que conserva la figura original del panal y actúa como pieza estructurante y simbólica.

 

En su interior se dispone un invernadero vertical de planta circular, diseñado para albergar especies florales aromáticas comestibles, accesibles a las abejas. Este núcleo vivo no es solo un gesto biológico: funciona como escultura ecológica, como observatorio silencioso del proceso de polinización en tiempo real.

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Alrededor de este eje se disponen los volúmenes habitables, organizados radialmente. Estas piezas —cocina, comedor, dormitorio y baño— son una descomposición geométrica del hexágono original, reinterpretada con variaciones de escala, proporción y apertura. Cada volumen se sitúa a una altura distinta, generando un paisaje arquitectónico que simula el vuelo de las abejas: ascendente, circular, libre. Esta disposición ofrece miradas múltiples hacia el núcleo central y refuerza la idea de movimiento suspendido, de ligereza espacial.

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El sistema constructivo se basa en materiales naturales y de bajo impacto, con uso predominante de madera local, sistemas modulares prefabricados y aislamiento ecológico. El conjunto se eleva levemente del suelo, permitiendo la continuidad del terreno, el paso de la fauna y la ventilación natural, sin alterar la topografía. Las aperturas se diseñan según criterios de luminosidad controlada, privacidad y vistas hacia el entorno vegetal, compuesto por especies aromáticas asociadas al bienestar de las colmenas.

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La escala reducida del conjunto permite reducir la huella ecológica y, al mismo tiempo, amplificar la calidad de la experiencia. Aquí, el lujo no se expresa en exceso, sino en la precisión: en el uso eficiente del espacio, en el confort ambiental pasivo, en la relación directa con los ciclos del ecosistema.

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Honey Compact no busca simplemente alojar. Su vocación es generar un modo de habitar alternativo: consciente, simbiótico, estéticamente silencioso y ecológicamente activo. A través de la arquitectura, el proyecto plantea una forma de cohabitar con los sistemas vivos, donde cada gesto —formal, material o espacial— nace del respeto a la inteligencia natural y a su capacidad de enseñarnos otras formas de construir, mirar y vivir.

Documentación visual

Reflexión final

En un tiempo marcado por la fragilidad ecológica, la saturación del turismo convencional y la necesidad urgente de reconexión con los entornos vivos, Honey Compact propone una alternativa radical y sutil: habitar desde la escucha.

Más que una propuesta arquitectónica, el proyecto es una experiencia de coexistencia. Su escala mínima —pensada para dos personas— no responde a una limitación funcional, sino a una elección consciente: alojar en lo esencial, reducir la intervención, potenciar la calidad sobre la cantidad. Aquí, el diseño no se impone sobre la naturaleza, sino que se entreteje con ella, respetando sus ritmos, sus vuelos, sus tiempos lentos.

El invernadero central no es solo una pieza compositiva, es el corazón del sistema: una arquitectura viva que genera biodiversidad y, al mismo tiempo, contemplación. En torno a él, el conjunto se despliega como una constelación discreta, casi silenciosa, en la que cada módulo, cada material y cada altura está al servicio de una experiencia ecológica, sensorial y simbólica.

Honey Compact ensaya otra forma de pensar la hospitalidad: no como ocupación del paisaje, sino como un modo de pertenecer al entorno. La arquitectura, en este caso, es mediadora entre el cuerpo humano y los sistemas naturales, y propone un acto íntimo de reencuentro con aquello que nos sostiene: el suelo, el tiempo, las abejas.

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